Páginas

19 de agosto de 2011

Casi todo Leonardo

En enero de 1945, Hans Frank, Gobernador General de Polonia, huyó de Cracovia cargando centenares de miles de muertos en su conciencia, y, en su equipaje, tres de las más preciosas obras del arte europeo, el “Paisaje con el Buen Samaritano”, de Rembrandt, “Retrato de un Joven”, de Rafael, y la “Dama del Armiño”, de Leonardo. El 3 de mayo, un día después de la rendición de Alemania, Frank fue capturado por tropas norteamericanas en su residencia junto al lago Tegernsee, en Baviera. Dos de los cuadros, el Rembrandt y el Leonardo, fueron recuperados, pero los americanos no pudieron encontrar el Rafael, y Frank se negó a revelar su paradero. El ex Obergruppenführer Frank, amante del Renacimiento y del ajedrez, que juraba no haberse enterado hasta 1944 de lo que ocurría en Auschwitz y Treblinka, fue condenado a muerte por el tribunal de Nüremberg por crímenes contra la humanidad y ejecutado el 16 de octubre de 1946. El “Retrato de un Joven” aún no ha sido encontrado.

Los tres cuadros que Frank se llevó al huir, pertenecientes al museo Czartoryski de Cracovia, habían sido robados por los nazis en diciembre de 1939. Cuando las tropas alemanas irrumpieron en Polonia, los directores del museo escondieron las piezas más valiosas de la colección en los sótanos de una mansión nobiliaria en la pequeña villa de Sieniawa, pero los nazis, inevitablemente, se apoderaron de aquel fabuloso tesoro, dieciséis baúles llenos de obras maestras. Kajetan Mülhmann, un historiador del arte que había sido designado por Göring como “Comisionado Especial para las obras de arte en los territorios nazis”, llevó al rotundo Reichsmarschall las tres pinturas, pero Frank, que las quería para él, ordenó que las devolvieran a Polonia, donde fueron brevemente exhibidas. En 1941, Goring logró, de nuevo, apoderarse de los cuadros, que hicieron otra vez el viaje a Berlín. Pero el rotundo jefe de la Luftwaffe tuvo poco tiempo para admirar aquellas maravillas. El Leonardo, el Rembrandt y el Rafael tuvieron que ser sacados de la ciudad, y llevados hacia el este, para salvarlos de los bombardeos de los aliados. En 1943, volvieron a caer en manos de Frank, que los conservó en su poder hasta la caída del Reich. Es posible que el Rafael haya sido escondido por Wilhemde Palisieux, que había reemplazado a Mülhmann como comisionado al final de la guerra, y que gozaba de la absoluta confianza de Frank. Palisieaux fue también detenido, pero no dijo nada que pudiera indicar el destino del “Retrato de un Joven”, ni de otras 843 piezas del museo Czartorisky desparecidas durante la guerra. La familia Czartoryski, fundadora de la colección, ha buscado ese escurridizo Rafael durante más de medio siglo, en vano. En los sesenta, lograron rastrear a un restaurador empleado por Frank durante la ocupación alemana de Polonia, Ernst Kneisel, quien dijo haber visto el “Retrato…” en posesión de Palisieaux, pero luego, declarando bajo juramento, se retractó. Desde entonces, nada, ni una sola pista. 
El Museo Czartoryski, Cracovia.
Es comprensible que, habiéndola perdido una vez, los Czartoryski cuiden muy celosamente su estupenda colección, que solo recuperaron en 1991, tras la caída del último gobierno comunista de Polonia, cincuenta y dos años después de la entrada de las tropas nazis en Cracovia. La “Dama del Armiño”, que está siendo exhibida este verano en el Palacio Real de Madrid, y que será vista después en Berlín, será una de las piezas centrales de la ansiosamente esperada exposición “Leonardo:  pintor en la corte de Milán”, que la National Gallery de Londres abrirá al público el próximo mes de noviembre. Tan importante es el Leonardo de los Czartoryski para la muestra londinense, que la National Gallery lo ha escogido para la portada del catálogo, y para la publicidad. Sería una amarga decepción que la “Dama…” no fuera vista en Trafalgar Square este otoño. Pero el príncipe Adam Czartoryski, después de haber consentido con el préstamo, está, aparentemente, reconsiderándolo, y pudiera, después de todo, hacer que de Berlín, la “Dama…” de Leonardo viaje de regreso a casa, y no a Inglaterra. Desde el momento en que la inclusión del cuadro polaco en la exposición de la National Gallery fue confirmado, hubo quienes la calificaron de riesgosa y malaconsejada. En diciembre, la presidenta de la Asociación de Historiadores del Arte de Cracovia, Joanna Daranowska-Lukaszewska, envió una carta a ArtWatch UK, un grupo dedicado a la restauración y protección de obras de arte, advirtiendo que el viaje de la “Dama del Armiño” a Londres era una pésima idea. “Aunque el cuadro está asegurado en 300 millones de euros”, escribió Daranowska-Lukaszewska, “en caso de un desastre nadie sería capaz de restaurar esta invaluable obra maestra  (…) Queremos llamar la atención de la opinión pública mundial sobre los peligros que amenazan a esta propiedad común del mundo cultural”. La profesora Grazyna Korpal, experta en restauración del Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional de Polonia, declaró que “cualquier préstamo, asociado con transportación, es una seria amenaza al estado de preservación y seguridad de esta obra de arte”.  De acuerdo con la profesora Korpal, “si uno transporta una pintura en panel como la ‘Dama del Armiño’, incluso los métodos más ideales, como las modernas cámaras ambientales, o los recuadros antichoques, no son suficientes para proteger la obra contra una variedad de vibraciones, choques o cambios de presión. Al permitir el viaje de esta obra creamos aún otro grave riesgo, extendiendo la posibilidad de los errores humanos”. El director de ArtWatch UK, Michael Daley, dijo a The Guardian que “en el caso de los paneles, cualquier movimiento es peligroso, y capaz de provocar efectos muy dañinos. ¿Por qué correr el riesgo? No hay nada que contradiga las advertencias de los restauradores polacos. Mover la “Dama del Armiño” es descabellado”. El viaje del Leonardo polaco a Londres recibió, hace meses, permiso de las autoridades de Varsovia, pero todavía un contrato definitivo tendría que ser firmado entre la National Gallery y la Fundación Czartoryski, a cuya nueva directora, Olga Jaros, nombrada muy recientemente, debe haberle causado consternación la noticia, unos días atrás, de que dos Poussin exhibidos en el museo londinense habían sido salpicados con pintura roja por un demente. Los dos cuadros, “La Adoración de los Pastores” y “La Adoración del Becerro de Oro”, fueron inmediatamente restaurados, y, de acuerdo con el director del museo, Nicholas Penny, no sufrieron daños significativos, y estaban de vuelta en su sitio dos días después del incidente.  Lo que sí sufrió daño fue la negociación de la National Gallery con los polacos, que deben haber calculado, muy razonablemente, que si la “Dama…” de Leonardo, más antigua y más frágil que los Poussin, hubiera sufrido un ataque semejante, habría sido imposible recuperarla, se habría perdido para siempre. Hubiera sido una catástrofe, solo quedan ya unos veinte cuadros atribuibles a Leonardo. 
La "Dama del Armiño", de Leonardo Da Vinci.
La exposición de la National Gallery, incluso sin la “Dama del Armiño”, será uno de los eventos culturales más importantes en el calendario europeo del 2011. En Londres podrá verse por tres meses, hasta inicios de febrero del año que viene, la más completa colección de las pinturas sobrevivientes de Leonardo que se haya reunido jamás. La National Gallery ha conseguido que el Hermitage de San Petersburgo le preste la Madonna Litta, el Louvre “La Bella Ferronière”, y los Museos Vaticanos un “San Gerónimo”. La Royal Academy of Arts va a prestar a sus colegas londinenses una copia de “La Última Cena” casi contemporánea con la original, que será exhibida al público junto a todos los dibujos preparatorios que Leonardo realizó antes de emprender la ejecución de su obra capital. La Pinacoteca de la Biblioteca Ambrosiana de Milán va a enviar su “Retrato de un Joven”, que hará suspirar, a los que conozcan la historia, por el Rafael robado por los nazis y perdido. La “Gioconda”, por supuesto, no saldrá de París, nunca lo hace, pero el Louvre, muy generosamente, ha prestado a la National Gallery su “Virgen de las Rocas”, que será exhibida junto a la del museo de Londres: el Louvre posee la más antigua, que Leonardo ejecutó probablemente alrededor de 1483 para el altar de la Confraternidad de la Inmaculada Concepción en la Iglesia de San Francisco el Grande, en Milán; la segunda, la de Londres, es una copia que el mismo Leonardo, habiendo vendido la primera versión, quizás a Luis XII de Francia, u otro poderoso patrón, realizó a regañadientes para cumplir, con muchos años de atraso, el contrato con la Confraternidad. Ambas Vírgenes serán vistas, por primera vez, una al lado de la otra, y los expertos podrán discutir cuánto de ellas hizo el maestro, y cuánto sus discípulos, y cuánto varió el estilo, el color, el humor de Leonardo en las dos décadas que pasaron entre la primera obra y su copia.  En prueba de gratitud por el gesto del Louvre, la National Gallery enviará a París, el año que viene, el llamado Cartón de Burlington, un dibujo de carbón y tiza en papel, que será exhibido junto a la “Virgen con Niño y Santa Ana”, con la que presuntamente está relacionada. “Este intercambio ayudará a iluminar algunas de las más grandes obras de arte del mundo”, proclamó en The Guardian el crítico Jonathan Jones. “Esta exhibición”, se ufanó en el Evening Standard otro crítico, Ben Luke, “nos hace sentir orgullosos y agradecidos de vivir en nuestra gran ciudad”.  

Solo falta confirmar la presencia de la “Dama del Armiño”. El cuadro de Leonardo, y el Rafael extraviado, fueron adquiridos en Italia, en 1798, por el príncipe  Jerzy Adam Czartoryski, hijo de la fundadora de la colección, la princesa Izabela Czartoryska, y tatarabuelo del actual pater familias. Hasta finales del siglo XVIII, no se creía que la “Dama…” fuera en realidad obra de Leonardo, pero en la actualidad, después de muchos análisis críticos, los expertos ya no disputan la autoría del cuadro, y la conceden al maestro florentino. La dama en cuestión es, presuntamente, Cecilia Gallerani, la amante de Ludovico Sforza, duque de Milán, en cuya corte Leonardo estuvo empleado durante casi veinte años, entre 1482 y 1499. Gallerani era todavía una adolescente cuando fue retratada por Leonardo, alrededor de 1488. Años más tarde, cuando Isabella d’Este, la marquesa de Mantua, pidió a Gallerani que le prestara el retrato para exhibirlo en su palacio, esta se negó, con el pretexto de que nadie creería, tanto tiempo después, que la jovencita pintada por Leonardo y ella eran la misma persona. Leonardo debe haber apreciado la brillante personalidad renacentista de la bella Gallerani, que sabía música y filosofía, hablaba latín fluidamente, escribía poemas, y presidía uno de los primeros salones intelectuales de Europa. Leonardo la pintó a tres cuartos de frente, girando su cabeza hacia su izquierda, hacia la luz, y sosteniendo en sus brazos un armiño, un símbolo de intrincada interpretación. Galee, la palabra griega para armiño, podría ser una culterana alusión al nombre de la bella, pero también podría ser indicación de su relación con el duque, que perteneció a la caballeresca Orden del Armiño e incluyó a esa curiosa criatura en su escudo.  O bien podría tener un sentido más perverso, remarcar la diferencia entre Gallerani, madre del hijo bastardo de Sforza, y el armiño, modelo a la vez de moderación y pureza:  tiene el hábito de comer solo una vez al día, y, según una leyenda medieval, prefiere ser capturado por un cazador, y morir, que refugiarse en un escondite sucio o fangoso, y estropear su magnífica piel.   Cuando la princesa Izabela Czartoryska vio el cuadro que había comprado su hijo en Italia, dijo, refiriéndose al armiño: “Si es un perro, es uno muy feo”. Sobre el dibujo original, Leonardo, o más probablemente, otros artistas, hicieron cambios que son visibles hasta para un espectador no demasiado refinado. Inicialmente, Gallerani llevaba un velo sobre la cabeza, que más tarde fue convertido en un peinado cortado milimétricamente al medio. En el fondo había una puerta, que luego quedó disuelta en negro. Leonardo dibujó la mano de Gallerani con notable esmero, con disciplina casi científica, pero algunos comentaristas han visto en ello una referencia a las habilidades musicales de la modelo. Gallerani se llevó su retrato cuando el duque desposó a otra mujer, Beatrice d’Este y tuvo que deshacerse de su amante. Pero se sabe nada de lo que pasó con el cuadro durante los tres siglos siguientes, hasta que los Czartoryski lo adquirieron. En los siglos XIX y XX, la “Dama del Armiño”, sería constantemente perseguida por los más poderosos ejércitos de Europa. En 1830, los Czartoryski la escondieron en Sienieawa del ejército ruso, que había acudido a aplastar la rebelión de los cadetes de Varsovia. La familia se llevó más tarde el cuadro a París, pero nuevamente tuvieron que esconderlo en 1871, en las bodegas del hotel Lambert, cuando Bismarck derrotó a Napoleón III. En 1914, los Czartoryski enviaron la “Dama…” a Dresden, donde la familia real sajona la protegió hasta la derrota de Alemania. Con tantas idas y venidas, sin adecuada protección contra los cambios de temperatura y humedad, la “Dama del Armiño” sufrió, irremediablemente, un acelerado desgaste. Cuando la pintura fue recuperada en 1945, tenía, en una esquina, la huella de una bota.  
La National Gallery en Trafalgar Square, Londres.
La National Gallery ha asegurado al museo Czartoryski que la “Dama del Armiño”  no correrá peligro en Londres, que será cuidada como merece.  Un representante de la galería dijo a The Guardian: “Nuestras medidas han sido aprobadas por el Asesor Nacional de Seguridad para museos, que las ha considerado apropiadas para la protección de la colección”. El director del museo, el doctor Penny, ha rechazado la acusación de que el número de empleados dedicados a la vigilancia de las salas de la National Gallery ha sido reducido como consecuencia de los recortes en el subsidio estatal a las artes.   Tras la agresión contra los Poussin, ArtWatch UK reveló que aquel día, un sábado muy lluvioso en Londres, el museo tenía aún más visitantes que de costumbre, y que el guardia a cargo de la sala donde estaban expuestos los cuadros dañados, tenía a su cuidado también la sala contigua, y difícilmente hubiera podido vigilar lo que ocurría a la vez en las dos. La concentración, en un único museo, de casi todas las pinturas conocidas de Leonardo, es, claramente,  casi un reto a la imaginación y el valor de los ladrones de arte, y una provocación a locos y vándalos. Por si las moscas, la National Gallery ha anunciado que limitará a 180 el número de espectadores que estarán a la vez en las salas de la muestra. Tan drástica medida permitirá a los guardias controlar mejor el movimiento de la multitud, y detectar rápidamente cualquier amenaza, pero también permitirá a los espectadores que sean admitidos disfrutar más calmadamente, como debe ser, la serena, áurea belleza de esos cuadros.  No como en el Louvre, donde uno tiene que subirse a los hombros de otros espectadores, o apartarlos a codazos y pisotones, para poder ver la “Gioconda”. Las entradas de la exposición de Londres ya están siendo vendidas, y pronto, muy pronto, se acabarán. Ningún dedicado, juicioso aficionado al arte se la perderá.    

2 comentarios:

  1. ¡¡Tú no cambias!! Tú, como siempre, maravillándonos, haciéndonos ver la belleza del mundo a través de tus palabras. ¡Y lo fáciles que parecen las oraciones tuyas, cuando uno nota que se trata de una palabra cualquiera -que el que más y el que menos podría comprar por docenas en un rastro- puesta al lado de otra palabra! Pero, ay, no es tan fácil, ni es menos prodigioso. Gracias, querido.

    ResponderEliminar
  2. Ya tenía yo una teoría sobre tus escritos y tu persona. Recientemente la comprobé y hoy la comparto: Decididamente, viajas en el tiempo... No sé si es una máquina que ha inventado alguien en Londres; no sé si conversas -gracias a un misterioso teléfono- con personas de otros siglos... eso ya no puedo decirlo (al menos no hoy), pero estoy convencido que no hay otra manera para escribir lo que escribes, que no sea viajar en el tiempo.

    ResponderEliminar