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11 de febrero de 2011

El Fonte vs Obama

Teníamos, ¿cuánto?, dieciséis o diecisiete.  ¿Cuándo fue? Quizás 1989, o 1990. Ese larguirucho, tan macilento que sus compañeros lo llamaban, precisamente, “El Flaco”, soy yo, o al menos, alguien que se convirtió, después de muchas noches y muchos días, en el hombre que escribe estas líneas, menos sabio, menos paciente que aquel adolescente frágil, ensimismado y, todavía, lleno de fanáticas ilusiones. Las fotos, tomadas en uno de los comedores de la Lenin, que yo mismo no había visto en veinte años, han sido esta semana examinadas, manoseadas por muchos extraños, que han irrumpido irrespetuosamente en el álbum de Facebook de uno de mis antiguos condiscípulos. Sí, ese es Eduardo Fontes, al que llamábamos Fontes, o el Fonte, para diferenciarlo de otro Eduardo, y esos son sus amigos de la época, cuyas mayores preocupaciones no eran políticas, sino, como la de cualquier adolescente, incluso en Cuba, prácticas y sentimentales, el examen de Física, las pruebas de ingreso a la universidad, la fiesta del sábado, o la chica, “está buenísima”, del grupo 18.

La historia cubana dispone de una abundante colección de fotos semejantes, áureos adolescentes a punto de ser secuestrados por la revolución y sus feroces consecuencias, la muerte, el exilio, el poder.  La foto de los jóvenes intelectuales habaneros, tomada el 18 de marzo de 1923 a la salida del restaurante de Chinchurreta, momentos antes de que un grupo de ellos cometiera la travesura que los periódicos de la época llamaron Protesta de los 13.  Las fotos del Grupo Orígenes, tomadas cuando ninguno de ellos se hubiera atrevido a pronosticar las catástrofes del futuro, que Gastón Baquero moriría sin regresar jamás a su país, que a Virgilio Piñera lo acosaría la Seguridad del Estado hasta el último día de su vida, que al hijo de Eliseo Diego le encargarían vigilar a su propio padre, que Paradiso no sería reeditada en Cuba hasta veinticinco años después de su publicación. La foto de los futuros expedicionarios del Granma, tomada en México, cuando ninguno de ellos podía saber si le tocaría morir a manos de los casquitos de Batista, en un fangoso matorral de Oriente, o envejecer macabramente en los laberintos del poder en La Habana.  Nuestras fotos de la Lenin no son tan reveladoras, no muestran a un grupo de jóvenes marchando hacia su heroica inmolación, a punto de sacudir la conciencia o la sensibilidad de su país, sino, apenas, conmovedoramente, una banda de displicentes muchachitos, reunidos no por una idea o un plan o, en el principio, por amistad, sino por la escuela y el azar, en las últimas semanas antes de dispersarse, primero en la universidad, después en la monotonía de la adultez, finalmente en el crepúsculo de la Revolución, en sus ruinas. Esas fotos debieran haber quedado como estaban, solo a disposición de los que en ellas aparecen, el propio Fontes, Cuenca, Oscarito, el Figu, Mabel, el Luisma, Yurién, Deiros, el Zurdo, Carlos, el López, Ana María, David, Giselle, Valia, Boris, nombres y apodos idénticos a los de otros grupos cubanos, de cualquier época, de cualquier otra escuela. Pero era casi inevitable, en esta época de malsana curiosidad, de casi malévola indiscreción, que las fotos fueran descubiertas, que aparecieran en los blogs, que hasta El Nuevo Herald, como si no tuviera nada mejor que hacer, investigara el pasado de Eduardo Fontes, quien, por toda su bravuconería, a pesar de su aparente prominencia, es todavía, como todos nosotros, los de aquel grupo de la Lenin, un don nadie, una figura de justa anonimidad en el vasto tablero cubano.   

Después de que se filtrara el video donde Fontes, ahora experto de la Contrainteligencia cubana, aparece explicándoles a otros oficiales del Ministerio del Interior de la isla conceptos tan excepcionalmente idiotas como “la tecnología no es una amenaza” o “ser bloguero no es malo”, su identidad fue rápidamente verificada, y también, la dirección de su casa en San Miguel del Padrón, su teléfono, el nombre de su esposa, incluso el correo electrónico de esta. Un lector, en un blog, escribió: “Ya mandé información para San Miguel, específicamente para la Cuevita y la Korea donde tengo buenos ekobios que se van a ocupar de eso y de él, ya está bueno de contemplaciones y de burlas de estos pencos oportunistas”. Aparecieron comentarios de supuestos ex condiscípulos de la Lenin, describiendo a Fontes como “cínico, hipócrita, cobarde, oportunista”, y “un penco, una jamonada, brutico, no se merecía estar ahí”, nada de lo cual es cierto. Quién sabe en qué tipo de hombre Fontes se habrá convertido, pero en la Lenin, escuela que el Herald, estúpidamente, describió como “reservada para hijos de la élite”  (mi madre, si alguien quiere saberlo, fregaba bandejas en un comedor escolar), nada lo distinguía demasiado de otros muchachos, ni siquiera haber solicitado una plaza en la carrera de Contrainteligencia, que, en contra de lo que alguien ha dicho, no era la que seguían los estudiantes de más bajas notas, sino, en la primavera de 1990, una opción popular, de halo casi romántico, los chiquillos no creían que se convertirían en chivatos, sino en David, el héroe de “En silencio ha tenido que ser”. Otros en el grupo también escogieron Contrainteligencia:   varios, amargamente decepcionados, la abandonaron, se desligaron como pudieron de aquella tenebrosa empresa.  Fontes, por lo visto, ha hecho carrera como espía, y su infame conferencia merece el escarnio que ha recibido, aunque el linchamiento público del conferencista sea, a la postre, casi más desalentador, por lo que anuncia en el futuro de Cuba, vendettas, persecuciones, ajusticiamientos sangrientos, que la evidencia, francamente innecesaria, de que el gobierno cubano considera más peligrosa a Yoani Sánchez que a Marta Beatriz Roque, más a los jovencitos que se cuelan sin autorización en Internet y exploran el mundo exterior que a los grupos de la tradicional oposición ilegal.  En Diario de Cuba, Antonio José Ponte ha notado, muy agudamente, que la conferencia de Fontes, por escandalosa que nos parezca, podría haber sido puesta, sin cortes, en la televisión nacional, puesto que, salvo por algunos nombres, jamás pronunciados en público, su disertación realiza escasas variaciones en la política y el vocabulario oficiales.  La propia Yoani Sánchez, descrita por Fontes como “fabricación”, “construcción”, que “se mata sola”,  que de hecho, “ya se está suicidando”, respondió al video con un gesto de fastidio: “Si ya no pueden controlarnos, dejémosles al menos el consuelo de descalificarnos”. Curiosamente, la filtración de la conferencia de Fontes ha sido seguida esta semana por la aparente decisión de las autoridades cubanas de desbloquear el blog de Yoani, Generación Y, hasta ahora inaccesible desde la isla.  Es probable que aparezcan entre los lectores de ese blog muchos inspirados por las instrucciones de Fontes:  “Internet es el campo de batalla y el enemigo tiene puestas sus tropas. Y nosotros no podemos salirnos del campo de batalla, tenemos que entrar con la fuerza y el conocimiento de nuestra gente a combatir”. La entrada en los blogs de muchos, miles de lectores de la isla, con muy variadas opiniones, incluso, convenientemente, a favor del gobierno cubano, sería por supuesto bienvenida, si lo hicieran libre, espontáneamente, porque les da la gana, y no cumpliendo instrucciones, como parte de un plan, capitaneados por expertos como mi antiguo condiscípulo de la Lenin.  

Nada en la conferencia de Fontes es demasiado importante u original. Si algo es sorprendente, es qué seborucos deben ser esos altos oficiales del Ministerio del Interior para que Fontes les hable de Internet como si fueran niños en un jardín escolar. Pero hay un punto, casi al principio, digno de alguna consideración. Fontes muestra una foto del abrazo entre George W. Bush y Barack Obama, el día en que este último se convirtió en presidente. El conferencista califica ese momento de “abrazo de la muerte”, y se lanza a denunciar no al 43 presidente de los Estados Unidos, sino al 44, el hombre que el propio Fidel Castro, en 2008, todavía reconocía como “inteligente, prometedor y admirado en el mundo” pero cuyo discurso del Estado de la Unión, dos años después, el pasado enero, le pareció lleno de mentiras, puesto que, entre otros fallos, no repudió el acuerdo de Bretton Woods de 1944 ni la devaluación del dólar por la administración Nixon en 1971, ni se comprometió a denunciar el así llamado “robo de cerebros” en las universidades de los países desarrollados, ni dijo “una sola palabra del asesinato selectivo de científicos iraníes realizado por los órganos de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados, que él conoce perfectamente bien”. Fidel, quizás, esperaba que Obama anunciara la creación de la Quinta Internacional en su discurso en el Congreso, por lo que su decepción es ampliamente comprensible.  Fontes tampoco se anda por las ramas: “Obama”, le explicó a su aburrida audiencia, “es un hombre que es fruto de su propio sistema, que le hacía falta al sistema norteamericano, un hombre como Obama que ayudara a limpiar la imagen de las atrocidades de Bush, pero Obama es…”, y aquí el conferencista hizo una pausa dramática, “no es más de lo mismo, porque decir más de lo mismo no sería justo, en muchos elementos es peor”.     La tesis de que Obama es peor que Bush la he escuchado antes, en Cuba y en Europa. Suele significar, o bien que Obama ha decepcionado gravemente a los que, sin razón alguna, esperaban que dirigiera su país más hacia la izquierda, o bien, en el caso específico de Cuba, que Obama ha sido más listo que Bush, y más peligroso para el gobierno de la isla, ha abandonado la torpe, inútil, contraproducente estrategia de confrontación directa, de presión económica y política continua, y, sin apuro alguno, puesto que Cuba le importa poco, y tiene en sus manos más apremiantes asuntos, ha impulsado la, para los americanos, más prometedora vía ensayada por Bill Clinton casi veinte años atrás, estimular el establecimiento de una sociedad civil opuesta, por carácter, por ambición, hasta por edad, al gobierno de La Habana. Aunque sus razones sean perversas, Fontes no anda tan descaminado al sospechar que su gobierno no es el beneficiario de los contactos “pueblo a pueblo” favorecidos por la actual administración de Washington, y que cada computadora conectada a Internet que Ramiro Valdés no pueda controlar, es potencialmente más peligrosa que el USS Enterprise. El profesor Esteban Morales, en su inimitable estilo, ha afirmado que “la orientación que domina ahora en la política hacia Cuba no está liderada directamente por la extrema derecha de Miami, sino por un sector de la política estadounidense, también de extrema derecha, pero con propósitos e instrumentos que buscan el ‘acercamiento’, el ‘tendido de puentes’, aunque no entre los gobiernos, sino entre las sociedades”. Cuáles son esos sectores de extrema derecha, que orientan la política norteamericana hacia Cuba, cuáles sus líderes, cuáles sus principios ideológicos, el profesor Morales lo omite. Presumiblemente, el profesor Morales considera nocivas, altamente dañinas, casi tan destructivas como un bombardeo de La Habana y Santiago, las decisiones que Obama ha tomado hasta ahora con respecto a Cuba, que, por insuficientes que sean, y lo son mucho, y cualesquiera que sean sus escondidas intenciones, han beneficiado a miles de cubanos, a familias divididas por la historia y el Estrecho de la Florida, y a la economía de la isla en estos momentos de extrema penuria, además de crear un raro momento de relativa distensión entre los dos países que muy astutamente está aprovechando Raúl Castro para lanzar su riesgosa reforma, que quizás no se hubiera atrevido a iniciar si John McCain fuera presidente.
En otro artículo, el profesor Morales insiste en culpar a Obama de toda suerte de crímenes, desde el hundimiento del barco de guerra sudcoreano Cheonan, hasta el golpe de estado en Honduras contra Manuel Zelaya. “El doble estándar caracteriza, más que nunca antes, a las posiciones de Estados Unidos en su política exterior”, dice Morales. “Ya la política de Obama es más agresiva y errática que la de Bush, dado que mantiene la agresividad anterior y diseña otras acciones de mayor connotación”. Nos queda la esperanza de que el profesor Morales, que ha sido echado del Partido Comunista de Cuba por un indiscreto artículo sobre la corrupción en la isla, tenga ya muy poca influencia, si alguna vez llegó a tenerla, en los círculos políticos y diplomáticos de La Habana. Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional, por ejemplo, ha dicho recientemente que “independientemente de sus errores y sus limitaciones, el presidente Obama y el equipo que lo acompaña en su gobierno son gente mucho más decente que sus predecesores”. Alarcón, que es más listo que Raúl Castro y todos sus generales juntos, afirmó que “no hubiera perdido el tiempo” pidiéndole a George W. Bush que liberara a los cinco agentes de inteligencia cubanos encarcelados en Estados Unidos, algo que el presidente de la Asamblea sabe perfectamente que la actual administración tampoco hará, pero que, puesto por La Habana en el tope de la agenda bilateral, crea un conveniente obstáculo para el avance en cualquier otro tema. En Cuba, los asesores de Raúl Castro, incluyendo, quizás, a Fontes, deben estar ya estudiando a los posibles rivales republicanos de Obama en las elecciones del 2012. Si Obama es derrotado dentro de veinte meses, Raúl Castro, o quienquiera que esté en el poder en Cuba para entonces, podría verse cara a cara con alguien como el ex gobernador de Arkansas y comentarista de Fox News Mike Huckabee, quien esta semana, por ejemplo, como avance de lo que sería su política exterior, declaró que un estado palestino en territorio actualmente ocupado por Israel es “no realista, impracticable e inalcanzable”. O Newt Gingrich, el ex presidente de la Cámara de Representantes, que ha dicho de Obama que solo “si uno conoce el comportamiento anticolonial kenyano, uno puede entender sus acciones”. Gingrich ha dicho esta semana que Estados Unidos está perdiendo la guerra contra el terrorismo, “porque hay madrasas alrededor del planeta predicando el odio”, pronosticó que Egipto, tras la caída de Mubarak, se uniría a Líbano, Irán, Gaza “y cosas que están pasando que son extraordinariamente peligrosas para nosotros”, y  llamó a abolir la Agencia de Protección Ambiental norteamericana, que, en su opinión, es usada por Obama para combatir la industria del carbón y tomar control de toda la economía. O bien podría ser John Bolton, el ex embajador de George W. Bush en Naciones Unidas, que se hizo célebre al declarar que si al edificio de la ONU en Nueva York le quitaban diez pisos, eso no haría la menor diferencia, y ahora ha pronosticado que la caída de Mubarak  acelerará un ataque de Israel a las instalaciones nucleares de Irán, lo que él ve como deseable y necesario. O Tim Pawlenty, el ex gobernador de Minnesota, quien ha prometido que restaurará la infame política de Don’t Ask Don’t Tell, que impedía a los homosexuales servir abiertamente en el ejército norteamericano. O Mitt Romney, ex gobernador de Massachussetts, uno de los favoritos, que ha dicho que Obama es un “presidente débil” que “ha hecho un mundo inestable aún más peligroso con la falta de una dirección clara”, y que la solución para los problemas de Estados Unidos no son las “europeas” sino “la libre empresa, capitalismo, gobierno limitado, federalismo”. O bien podría ser presidenta la insólita Sarah Palin, sobre la cual mejor no decir nada más en este punto. Obama, a pesar de sus inevitables faltas, y aunque lo detesten el profesor Morales y el conferencista Fontes, es todo lo que separa a Cuba, y al mundo, de una verdadera administración de extrema derecha en Estados Unidos, más belicosa, menos educada, más bárbara en sus métodos, más tosca en sus ideas, que, incluso, la de George W. Bush.  

Una evaluación equivocada de las posibilidades de este momento político entre Cuba y Estados Unidos, de sus oportunidades, por parte de los componentes más progresivos y pragmáticos de ambos gobiernos, sería un fatal error, más grave para Cuba, y de consecuencias más penosas para su pueblo, pero también, estratégicamente, para los norteamericanos. Desafortunadamente, la conferencia de Eduardo Fontes, si algo prueba, es que en La Habana, o al menos, en los círculos de la inteligencia, los análisis políticos son sorprendentemente infantiles, el lenguaje y las ideas son de una bastedad insultante, el discurso es tan rudimentario y esquemático que uno se pregunta si esos coroneles a los que Fontes estaba hablando alguna vez han leído algo más que el periódico Granma, manuales militares y discursos de Fidel. Peor aún, la conferencia demuestra el empecinamiento del autoritarismo, su radical inflexibilidad, su tenaz resistencia a la apertura de una sociedad civil democrática, y su miedo cerril a Internet, a la que, aunque Fontes les asegure lo contrario, los coroneles y mayores del Ministerio del Interior siguen considerando un invento del diablo. Quiero creer que Fontes, ante una audiencia más ilustrada, tendría, al menos en lo formal, ya que lo conceptual no tiene remedio, una actuación más decorosa. En la Lenin él era mucho mejor.   

6 comentarios:

  1. Igualito que las reflexiones de fidel, arranca en 1ra persona, ese flaco soy yo, y luego habla de mil cosas y mil gentes distintas.

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  2. Qué buenos estos ejercicios que haces de hilar red, de traer los más inusitados enlaces e hilvanarlos en un discurso lógico y rotundo. ¡Me encantan!

    Aquí tendremos a Fontes estudiando ya tu blog para la próxima conferencia. El mío quizás hasta les parece "comunista", jeje...

    Besotes!!!

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  3. ¡Qué bueno, Juan O! Me quedo con lo último: "En la Lenin él era mucho mejor". Vaya país que hemos heredado...

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  4. Hola Juan con Todo, nos encantaria reproducir tu texto, o cualquier otra colaboracion que desees, en nuestra revista free lance VOCES que lanzamos desde La Habanada www.vocescuba.com. Gracias orlandoluispardolazo at gmail.com

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  5. No soy dado a leer comentarios sobre Cuba, porque a menudo sucede que siempre se inclinan demasiado a un lado o al otro. No puedo dejar de decir que es la primera vez que leo un comentario sobre la patria que no muestra ni el odio incomprensible hacia la revolucion y sus desaciertos, privandola de valoracion positiva alguna, ni el triunfalismo ciego y revolucionario, acunado en el seno de un gobierno que a perdido el rumbo logico.
    Por la misma razon no me enzarso en discusiones sobre el tema, y este es el PRIMER ARTICULO que huyendo de manipulaciones de uno y otro lado brinda una verdad que comparto y apoyo. Gracias por el, es bueno compartir cosas asi.

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  6. Solo preguntarte... que quieres,,LA GUERRA O LA PAZ¨¨¨O QUIZAS que te ....vaya manera de estar en la el medio de la cerca.

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