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17 de septiembre de 2011

Con Gadafi, contra el mundo

Como se esperaba, el gobierno cubano ha votado en la Asamblea General de Naciones Unidas en contra del reconocimiento del Consejo Nacional de Transición de Libia como legítimo representante internacional de ese desdichado país norafricano. Cuba, y los demás países que forman la Alianza Bolivariana para las Américas, habían anunciado la semana pasada que desconocerían la autoridad del CNT y que se opondrían a que las nuevos gobernantes de Trípoli ocuparan el escaño en el que se sentó, muy orondo, hace apenas dos años, el mismísimo Muammar el Gadafi, después de propinar a la Asamblea General una letal catilinaria que se extendió por una hora y 40 minutos, y cuyo sentido político los más astutos diplomáticos en Nueva York nunca pudieron descifrar. El esfuerzo de los países del ALBA para impedir el reconocimiento del CNT fue inútil: la Asamblea, por 114 votos a favor, y solo 17 en contra, más 15 pálidas abstenciones, admitió a los triunfantes rebeldes libios y dio por concluido oficialmente el casi eterno reinado de Gadafi, 42 años.

La decisión de la Asamblea General quizás parezca a algunos observadores, cuando menos, prematura, y a los países del ALBA, un error, un premio inmerecido a una “autoridad de transición ilegítima impuesta por una autoridad extranjera”. Ciertamente, la guerra civil libia no ha terminado aún, todavía muchos más infelices morirán.  Trípoli cayó el 23 de agosto, pero los combates en torno a Sirte y Bani Walid continúan, y el CNT no ha podido extender su poder sobre vastas áreas del desierto. Es fácil imaginar el nerviosismo de los delegados de la Asamblea General al tomar esta riesgosa decisión. ¿Y si Gadafi, cuyo paradero nadie conoce, lograra, contra toda lógica, por puro capricho de Alá, reagrupar sus fuerzas, marchar contra Trípoli y echar de allí a sus enemigos? Quizás, después, reaparezca en Nueva York, y exija ser escuchado de nuevo por la Asamblea. La perspectiva de escuchar otro discurso del coronel pone los pelos de punta incluso a los usualmente impávidos embajadores escandinavos. En septiembre del 2009, Gadafi subió al podio de Nueva York, por primera vez en su larga carrera como mandamás de Libia, y, desconociendo descaradamente el límite de quince minutos impuesto a cada orador, pronunció una intrincada, infinita perorata en medio de la cual, con exquisito tacto, rompió un ejemplar de la Carta de las Naciones Unidas.  En aquella ocasión, el coronel comparó al Consejo de Seguridad con Al-Qaeda, demandó 7.7 trillones de dólares, arbitrariamente calculados, en compensación por los daños del colonialismo en África, y, sugirió que la fiebre porcina, que asolaba al planeta ese verano, había sido creada intencionalmente en los secretos laboratorios biológicos de las agencias de inteligencia occidentales.  Gadafi demandó que George Bush y Tony Blair fueran juzgados como criminales de guerra, a pesar de que al segundo lo había recibido afablemente el coronel en Trípoli en 2004, un año después de la invasión anglo-norteamericana a Iraq, y hasta le había obsequiado su visto bueno a un robusto contrato de 550 millones de libras entre el gobierno libio y la compañía Shell para la exploración de petróleo. Un segundo contrato, con el gigante BP, para la exploración de gas en el desierto, fue firmado en 2007, como consecuencia también de aquella entrevista entre Gadafi y Blair. A la secretaria de Estado de Bush, Condoleeza Rice, Gadafi la había tenido como huésped en su tienda solo un año antes de aquel discurso, en septiembre del 2008, y con ella había acordado los términos definitivos de la compensación de su gobierno a las familias de las 270 víctimas del atentado contra el avión de Pan American World Airways que los servicios secretos de Libia hicieron explotar en el cielo de Escocia en 1988. En su discurso en la ONU, ignorando que en la mayoría de los países del mundo está prohibido por ley a un gobernante serlo por siempre, Gadafi deseó que el nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, lo fuera eternamente, como él mismo lo había sido de Libia. Ante una exasperada Asamblea, Gadafi elogió a los piratas de Somalia, culpables de atroces pillerías, por, presuntamente, defender las aguas internacionales de su devastado país, y demandó saber quién había matado a John Kennedy, algo que nadie en aquel salón, ni siquiera el misterioso Ban Ki Moon, que sin dudas sabe bastante más de lo que su apacible semblante indica, le hubiera podido decir.  Aquel discurso del entorchado coronel libio fue tan extravagante e ininteligible, que hizo a la Asamblea olvidar en el acto la fabulosa oración, dos años antes, del presidente venezolano Hugo Chávez, quien, blandiendo un ejemplar de Hegemonía o Supervivencia:  la Estrategia Imperialista de Estados Unidos, de Noam Chomsky, llamó a Bush “diablo” y dijo que el augusto podio de la ONU, donde han hablado todos los líderes mundiales de los últimos sesenta y seis años, desde Jawaharlal Nehru hasta Lula Da Silva, olía a azufre. Chávez debería cuidarse, si la Asamblea tuviera la oportunidad de librarse de su anual disertación, como se ha librado ahora de la de Gadafi, la tomaría sin dudarlo un solo instante.   
El coronel Gadafi en la Asamblea General de Naciones
Unidas, Nueva York, 23 de septiembre del 2009.
Las cancillerías del ALBA probablemente se sentirán complacidas de haberse quedado solas, con la única compañía de algunas naciones africanas, en la votación de la Asamblea General. En términos diplomáticos, no hay dudas, fue esta una derrota abrumadora, que muestra qué poco peso político, a pesar de su tronitonante altanería, tiene ese bloque fuera de la región latinoamericana, pero los embajadores del ALBA no intentaban con su voto tanto prevenir la admisión en Nueva York de los rebeldes libios, que era a todas luces inevitable, como vanagloriarse de su propia pureza ideológica, y aprovechar el debate para censurar la interferencia de varios gobiernos occidentales en el conflicto. Al gobierno cubano y a sus aliados les importa poco haberse quedado aislados en este tema, y parecen decididos a seguir ignorando lo que es, francamente, fait accompli, tanto que incluso China y Rusia, a quienes no gustó nada la intervención de la ONU, y después de la OTAN, en la guerra civil libia, han terminado por aceptarlo, la caída definitiva de Gadafi y la victoria de sus opositores. China, el último de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad en reconocer al CNT como legítimo gobierno de Libia, lo ha hecho la semana pasada, y con sereno pragmatismo, ha comenzado a negociar con las nuevas autoridades de Trípoli. “China respeta la elección del pueblo libio, y atribuye gran importancia al estatus y al rol del CNT, y ha mantenido estrecho contacto con él”, dijo el vocero de la cancillería de Beijing, Ma Zhaoxu, quien agregó, apresuradamente, que los tratados y proyectos acordados con las anteriores autoridades serán de todas maneras ejecutados. La decisión de Beijing de reconocer al CNT pudiera haber sido forzada por la inoportuna revelación por el Globe and Mail de Toronto de que fabricantes de armas chinos sostuvieron reuniones a mediados de julio en Beijing con enviados de Gadafi. Los chinos, aparentemente, prometieron vender al coronel armas pesadas, incluyendo misiles antitanques, por un valor de 200 millones de dólares. El gobierno de Beijing se apresuró a negar que estuviera involucrado en aquella venta, y afirmó, muy poco convincentemente, que los mercaderes habían actuado por su cuenta, como si eso fuera posible, de todos los países del mundo, en China, y como si tales reuniones pudieran tener lugar en aquel país sin que los servicios secretos de Hu Jintao se enteren. Pero ambas partes, China y los victoriosos rebeldes, parecen dispuestas a olvidar el pasado, y hacer negocios juntas. Nueve días antes de que China aceptara al CNT como representante de Libia, lo había hecho Rusia, que tiene quizás más que perder que Beijing con el cambio de gobierno en Trípoli. Las inversiones rusas en Libia se cuentan por billones de dólares, en energía, infraestructuras y ventas de armas. Compañías como Gazprom, Gazprom Neft y Tafnet han invertido enormes cantidades en la búsqueda de petróleo y gas, y la empresa estatal de ferrocarriles de Rusia estaba construyendo una línea de alta velocidad entre Sirte y Bengasi cuando la guerra estalló. Moscú teme ahora que las nuevas autoridades lo castiguen por su ambivalente posición en el conflicto. Rusia, como China, se abstuvo en la crucial votación del Consejo de Seguridad del 17 de marzo, y dejó que fuera aprobada la Resolución 1973, que impuso una zona de exclusión aérea sobre todo el territorio libio y permitió la intervención de fuerzas extranjeras en la guerra, “para proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques”, justo en el momento en que las tropas gadafistas se disponían a asaltar Bengasi, la capital de la revolución. Pero solo un mes después de aquel voto, Vladimir Putin salió a criticar públicamente la operación libia de la OTAN y dijo que la Resolución 1973 le parecía una “llamada medieval a una cruzada”.  El presidente Medvedev salió a enmendarle la plana a su antiguo mentor, y ahora velado rival, dijo que las declaraciones de Putin eran inaceptables. El enojo de Putin con la OTAN y los rebeldes libios era explicable, entre 2008 y 2011 Rusia había armado a Gadafi hasta los dientes, y había llegado a condonar la antigua deuda de Libia con la Unión Soviética a cambio de que el coronel comprara armas a Moscú por más de 4 billones de dólares. El enviado de Medvedev para África, Mijaíl Marjelov, declaró que su gobierno espera que los contratos firmados con el antiguo régimen sean honrados por el nuevo. “No creo que el nuevo gobierno de Libia vaya a evaluar los contratos firmados con Rusia sobre la base de criterios políticos en vez de técnicos y económicos”. Gadafi, parece creer Moscú, terminará en la horca, o en La Haya, o exiliado en Venezuela, Burkina Faso u otro exótico destino, está acabado, y es hora de marchar con las nuevas autoridades hacia el futuro.  
Pero los países del ALBA no quieren dar su brazo a torcer. En el Consejo Político del grupo, reunido en Caracas la semana pasada, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, dijo, y muy seriamente, no con sorna, como un observador muy cínico pudiera pensar, que su país no reconocería ninguna autoridad que no saliera de la voluntad de los habitantes de Libia. “Solo reconoceremos a un gobierno electo democráticamente, sin injerencia foránea”, dijo Rodríguez, que parecía estar hablando en nombre del gobierno de Suiza y no del de Raúl Castro. El canciller de Bolivia, David Choquehuanca, dijo algo sobre los pueblos, y no quedarse cruzados de brazos, y su colega nicaragüense, Valdrak Jaentschke, dijo que la guerra había sido “inventada” por Estados Unidos y sus aliados para quedarse con el petróleo libio. Pamplinas. Libia tiene casi el 4 % de las reservas conocidas de petróleo en el mundo, las mayores de África, pero no son tan exorbitantes como para justificar por sí solas la política y militarmente muy riesgosa campaña de la OTAN, que es el resultado del cruce de muy particulares circunstancias internacionales, y en la política doméstica  de los países involucrados. Además, tras el realineamiento de Gadafi con Occidente en la última década, las más importantes compañías europeas, como la francesa Total, y, como se ha visto, Shell y BP, ya habían entrado a la industria de la energía en Libia, y sacaban de ella pingües beneficios, aunque ahora, muy posiblemente, se aprovechen de la gratitud del nuevo gobierno hacia el presidente Sarkozy de Francia, y el primer ministro británico, David Cameron, que impulsaron la Resolución 1973 y lideraron el asalto de la OTAN contra Gadafi, arrastrando tras sí a un muy escéptico, y casi sin dinero, Barack Obama. En su discursillo en el Consejo del ALBA, el embajador Jaentschke omitió también el dato crucial de que la rebelión contra Gadafi no comenzó cuando los aviones franceses bombardearon a las tropas de Gadafi cerca de Ajdabiya el 19 de marzo, sino un mes antes, en la noche del 15 de febrero, cuatro días después de la caída de Hosni Mubarak en Egipto, cuando varios centenares de personas salieron a la calle en Bengasi para protestar contra la detención de un activista de derechos humanos. Al final de ese mes, un gobierno rebelde había tomado posesión en Bengasi, y fuerzas anti Gadafi controlaban una buena porción del oriente de Libia, muchos días antes de que aparecieran en el cielo los aviones de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. El ALBA, sin embargo, ha rehusado reconocer el origen autóctono y popular de la revuelta, y escandalosamente, se ha negado a añadir, a su condena a la OTAN, una aún más severa a Gadafi, cuyos crímenes contra su propio pueblo están tan rigurosamente documentados, y han sido vistos por tantos testigos confiables, que incluso si no hubiera habido una revolución contra él, o si la hubiera derrotado en su mismo inicio, debería la comunidad internacional haberlo condenado y pedido su salida del poder. En el ALBA la voz de mando es la de Venezuela, que es el único entre todos los miembros del grupo con petróleo, población, dinero e importancia geopolítica suficientes como para que se hable de ella fuera de América Latina, y se le oigan con paciencia al presidente Chávez sus barruntos. No está claro siquiera que Raúl Castro esté siguiendo de cerca los acontecimientos en Libia, o, ya que vamos al caso, los de su propio país, del que parece estar escondiéndose, se le ve tan frecuentemente en público estos días como se ve a Gadafi paseando con un parasol por las calles de Misrata o Zawiya. Pero Chávez, en plena convalecencia del cáncer, ha liderado la campaña diplomática y propagandística del ALBA contra la revolución libia, y ha llegado al extremo de dar crédito, y amplificar, a una absurda historia divulgada por el canal Russia Today, acerca de la supuesta falsificación de la gran celebración popular en la Plaza Verde de Trípoli, ahora Plaza de los Mártires, tras la entrada de los rebeldes a la capital. Según Russia Today, un canal oficial del Kremlin, conocido por diseminar estrafalarios bulos, y prestar oído, u originar, toda suerte de falsedades, la fiesta de la Plaza Verde, que muchos corresponsales occidentales presenciaron en persona, fue filmada con actores profesionales en un estudio de Qatar. Por qué habría que filmar una película falsa de la celebración antigadafista en la Plaza Verde, para ser transmitida cuando ya, en efecto, los rebeldes estaban allí y podían tener una fiesta real, y mostrarla al mundo en vivo, es un misterio que ni Russia Today ni Hugo Chávez explicaron. En Sky News, millones de espectadores alrededor del mundo pudieron ver el reporte de Alex Crawford cuando los rebeldes entraron, con ella siguiéndolos, a la Plaza Verde, el pasado 22 de agosto“Tengamos cuidado con lo que dicen los medios de comunicación”, dijo el presidente venezolano, que debería, en el futuro, prestar atención a su propio consejo, y no creer nada que Russia Today diga. Chávez, inspirado, desbocado, también puso en duda que el hombre hubiera llegado jamás a la Luna.  
Habitantes de Trípoli celebran la entrada de las fuerzas
antigadafistas en la ciudad.
En Cuba, el Noticiero Nacional de Televisión repitió, con imbécil docilidad, la historia de Russia Today y las declaraciones de Chávez. Los periódicos y la televisión de la isla han criticado vigorosamente la presunta manipulación mediática de la guerra civil libia, pero su propia cobertura es un ejemplo insuperable de distorsión, engaño e hipocresía, y tan pícaramente han ocultado los crímenes de Gadafi, e insistido en los de la OTAN y los rebeldes, que vastas secciones del público cubano, probablemente creen que el coronel es un santo varón, la víctima inocente de una conspiración imperialista contra él y su pueblo, y que nada de lo ocurrido en aquel país tiene que ver con el agrio descontento de miles  de hombres y mujeres que no han vivido, hasta ahora, ni un solo día en democracia y que recibían solo piltrafas de la abultada riqueza de Libia, mientras veían a los Gadafi vivir como sultanes.  De Siria, del atroz Bashar al-Assad, dicen lo mismo el ALBA, el presidente Chávez y el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana. La Mesa Redonda de la televisión de la isla, que ha hinchado por Gadafi todos estos meses, ha llamado a los rebeldes “grupos mercenarios golpistas”, “mosaico casi delincuencial de grupos mercenarios fundamentalistas”, “mercenarios que agreden al pueblo libio”, y ha asegurado que “ningún analista (…) le concede futuro a un gobierno títere (…) conformado por grupos de mercenarios formados por la CIA, cuya única experiencia es guerrear entre sí por dinero o prebendas”. La recurrencia de la palabra “mercenarios”, que la Mesa Redonda, Cubadebate y sus iguales usan también para referirse a los enemigos internos de Fidel y Raúl Castro, indica no solo la escasa imaginación y vocabulario de esos comentaristas, sino, más agudamente, cuánto de Cuba ven ellos, y sus jefes del Departamento Ideológico del Partido Comunista, en la revuelta libia, y cuánto les alarma que haya triunfado. El voto cubano en Naciones Unidas, este viernes, ha sido un voto de miedo y vergüenza, no simplemente el rechazo a la intervención de la OTAN, que por inadecuada, indeseable o excesiva que haya sido, impidió que Gadafi cumpliera su promesa de exterminar a las “ratas” que se habían levantado contra él. Cuba, con conciencia culpable, ha votado contra lo que ella misma fue una vez, una revolución de zarrapastrosos desafiando a un voraz dictador, y a favor de lo que es ahora, un régimen decrépito, eternizado en la idea hueca de su propia ridícula gloria y de la supuesta misión histórica que él mismo se ha asignado, ahogado en la miseria de su inevitable extinción, decidido a hacer todo lo posible, y un horrible más, por sobrevivir.   La cancillería cubana ha retirado su embajador de Trípoli, y ha anunciado que no lo mandará de vuelta hasta que haya un gobierno constituido “mediante la libre, soberana y única voluntad del hermano pueblo libio”. En Trípoli, de donde han desaparecido la mayoría de los funcionarios del antiguo gobierno, nadie siquiera ha notado la partida del embajador de Cuba.  

8 comentarios:

  1. Simplemente genial, concordo en cada punto.
    Muchas gracias por tus agudos y bien informados comentarios, que leo siempre y comparto con mis amigos.

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  2. ¡Qué vergüenza para Cuba! Pero no es la primera vez que actúa indignamente, y no será la última.
    Desde que la yunta de Birán estuvo a punto de desencadenar la tercera guerra mundial, y Raúl hizo público su sueño de que Nueva York fuera destruido con bombas, sabemos que se las traen estos gusanos Castro. Los gusanos de verdad son ellos, porque viven chupándole hasta el alma a los cubanos.
    Que junten pañales los viejos miserables, porque llegará la hora en que se cag..., de miedo o de viejos.

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  3. Bueno, todas las semanas intercambio noticias con mi hermana que está en La Habana y lo del Noticiero Nacional de Televisión es una vergüenza... no es nuevo para mí, recuerdo cuando hice prácticas allí y la forma en que se organizaban y se moldeaban las "noticias", si puede llamársele así, era más importante la producción de boniato o malanga en Tunas que el terremoto o las elecciones en X país. Es lógico que con las revueltas en el mundo árabe y la caída de sus tiranos por décadas y décadas... asuste a más de uno en la eterna "Isla del Paraíso de la Libertad Absoluta" y que nazca un incipiente descontento popular y acabe en otra Revolución. Aprovecho para comentar que al parecer ha habido recientemente unas protestas por el centro de la ciudad...sus protagonistas sin embargo, ya sabemos en dónde están....
    Saludos J.O., muy buen artículo y yo sí apoyo al CNT!!!!!

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  4. una absurda historia divulgada por el canal Russia Today, acerca de la supuesta falsificación de la gran celebración popular en la Plaza Verde de Trípoli

    Esa "absurda historia" fué reconocida por el líder del CNT Mustafa Abdeljalil como cierta. Y si reconoció que el vídeo lo habían falsificado en Qatar es porque no le quedó más remedio ante la evidencia delatadora de los hechos

    http://www.notivargas.org/internacionales/29942-la-plaza-verde-en-tripoli-ifue-todo-un-engano-video.html

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  5. Hola, José Antonio. ¿Viste la entrevista en que Abdul Jalil reconoce que la toma de la Plaza Verde fue filmada en Qatar? No, no lo creo, has oído quizás, insertada en un reporte de Russia Today, un fragmento de audio en árabe, supuestamente atribuido a Jalil (¿reconoces su voz, de verdad?), en que este admite, nos dicen los reporteros, la divulgación de falsas noticias sobre victorias rebeldes, para desmoralizar al enemigo, lo cual es una táctica, en la guerra, muy vieja. La cita que aparece en Vargas Noticias, y que reprodujeron también Russia Today y Cubadebate, es muy ambigua, imprecisa, y no se refiere específicamente a la toma de la Plaza Verde. Es un craso ejemplo de manipulación: atribuir una declaración a un personaje, fuera de contexto, sin aclarar en qué situación, a quién, a qué medio la dio, y dejarla tan abierta a interpretaciones que pudiera significar cualquier cosa. Estoy seguro de que no has oído ninguna entrevista (en un medio confiable, debidamente traducida, completamente verificable) en la que Jalil (él, y no una voz árabe cualquiera) acepte tal despropósito, o admita que la toma de la Plaza Verde fue mentira. Por lo demás, ¿cómo podrían mentir sobre algo así? Supongamos que Al Jazeera colaboró para realizar el montaje: ¿de verdad crees que todas los demás medios de comunicación con reporteros en Libia se sumaron a la conspiración? ¿Que todos los corresponsales presentes en Trípoli estaban pagados por el CNT? ¿Que la reportera de Sky News que entró con los rebeldes a la Plaza Verde y transmitió en vivo su llegada al centro de la ciudad, era parte del plan? Una cadena puede, si quiere, realizar un montaje, inventar una falsa noticia: Russia Today no aclara cómo las imágenes de una cadena fueron reproducidas por todas las demás, que estaban produciendo sus propias imágenes en Trípoli. Te hago notar que los únicos medios en el mundo que han reproducido esa historia son los de Cuba, Rusia y Venezuela: ningún otro periódico o cadena de televisión respetables, ni siquiera los que fueron críticos de la intervención de la OTAN, han reproducido la historia, que por supuesto, es falsa. ¿Nos caben dudas de que los rebeldes, en efecto, tomaron Trípoli (y la Plaza Verde) entre el 22 y el 23 de agosto? Saludos.

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  6. Profe, qué maravilla tenerlo de vuelta!!!!!! Podemos esperar alguna crónica sobre "el estado de cosas en Cuba hoy"? Qué encontró en su viaje, más de lo mismo o algo nuevo? De cualquier modo es maravilloso que nos siga alegrando los sábados con periodismo de verdad!!!

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  7. El fragmento de la entrevista en cuestión aparece en este vídeo

    http://www.youtube.com/watch?v=cmrIoeaQkrE

    Es cierto que lo han sacado sobre todo los medios de los paises antiOTAN. Pero inicialmente el fragmento formaba parte de una entrevista que se dió por la emisora France24 en sus emisiones en árabe.

    Yo no entiendo ni una palabra de árabe, pero sí entiendo los subtítulos en francés. Y según mi traducción lo que dice este fragmento de entrevista es:

    Periodista: Según las palabras de Mahmoud Jibril acerca de esta "película holliwoodiense" tal como ha sido calificada por Saif al Islam Gaddafi este reportaje que hemos visto en directo ¿Podría explicarnos qué es lo que ha ocurrido?

    Abdeljalil: Esta mentira ha engañado a los batallones de Muammar Gaddafi que forman parte de su Ejército. Por otro lado, ha remontado la moral de los rebeldes. Más de 11 países han reconocido al CNT y hemos podido recuperar unas 13 embajadas. Todas esas ventajas son el resultado de esta mentira que ha sido trabajada y transportada de manera inteligente para engañar a los partidarios de Muammar Al Gaddafi

    Creo que de lo que están hablando está bastante claro. No sé que otra cosa podría ser sino el montaje de Qatar.

    La entrevista completa (en árabe) está aquí:

    http://www.youtube.com/watch?v=fKnlvOO-71c

    Si una cadena de noticias internacional como France24 saca esta entrevista y esta entrevista fuese falsa (es decir, si la voz en OFF no fuese del líder del CNT) imagino que el propio interesado tendría algo que decir. Y si no ha dicho nada será porque la entrevista es verdadera.

    Y por otro lado, las razones que aducen para decir que el reportaje de Al-Yazeera es falso parecen difícilmente rebatibles. Por ejemplo:

    -Hay detalles en el paisaje que no se corresponden con la verdadera Plaza Verde de Trípoli. Falta el estuco encima del Arco, hay una palmera que no existe, falta un cedro en otro lado, etc.

    -El propio Saif al Islam que aparecía detenido en el vídeo, resulta que a la mañana siguiente apareció ante los periodistas en Trípoli para desmentir su detención. Su persona había sido interpretada en el vídeo por un actor llamado Omar Jali.

    Pero ya era tarde para evitar las ventajas que los rebeldes sacaron con su mentira. Este montaje mediático unido a la supresión de las comunicaciones entre los defensores de Trípoli hizo que muchas tropas proGaddafi se rindiesen al creer que todo estaba perdido. Y lo que empezó siendo una mentira acabó siendo verdad.

    Lamentablemente casi todos los medios occidentales están plegados a la OTAN. No sé si sus responsables han sido comprados con dinero o cuál es la razón, pero de lo que no me cabe duda es de que no son objetivos. Por eso todas las cadenas "respetables" han colaborado en difundir el montaje de Al-Yazeera y luego han mirado para otro lado cuando se descubrió que dicho video era falso.

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  8. Hola, José Antonio. Gracias por el detallado comentario.

    Como frecuentemente trabajo de noche, tenía la BBC puesta cuando dieron la noticia de la captura del hijo de Gadafi. No recuerdo que la BBC mostrara imagen alguna de esa captura: las cadenas internacionales no suelen utilizar imágenes de otras cadenas, si pueden producir las propias, y la BBC, en la transmisión que yo vi, no mostró la captura de Saif al-Islam. Al día siguiente, de nuevo tenía la televisión puesta cuando dieron la noticia de que el hijo de Gadafi había aparecido en una esquina de Trípoli, se había mostrado a los periodistas extranjeros. Inmeditamente, la BBC y Sky News discutieron la noticia, y cuestionaron la veracidad de los informes de los rebeldes. Imagino que Abdel Jalil se refiere, en esa cita que mencionas, al falso reporte sobre la captura de al-Islam, que quedó desacreditado tan pronto. No era extraño, después de todo, en la guerra de Libia las dos partes han mentido golosamente: como te hice notar en mi comentario anterior, eso lo han hecho los combatientes de todas las guerras. Pero no hay en la cita de Abdel Jalil ninguna admisión de que la toma de la Plaza Verde fue falsa, ni él ha reconocido que Al Jazeera colaboró con el supuesto montaje. Y repito mi pregunta: se sabe que los rebeldes mintieron sobre la captura de al-Islam, ¿pero nos queda dudas de que la Plaza Verde fue tomada en la noche del 22 de agosto? Muchos otros periodistas, no solo los de Al Jazeera, estaban allí esa noche, y mostraron imágenes que no eran las de Al Jazeera, las que la cadena rusa, con su supuesto experto (ruso) presentó. Está claro que al día siguiente se combatía ya en el complejo presidencial de Gadafi. ¿De verdad podemos creer que las defensas de Gadafi eran tan débiles, y estaban tan ocupadas viendo televisión, que quedaron desarmadas, y comenzaron a rendirse, solo porque Al Jazeera dijo un par de mentiras? ¿Y la radio de Gadafi, y la televisión local, y las comunicaciones del ejército, y los móviles? ¿Y los comandantes de Gadafi? ¿Al Jazeera conquistó Trípoli?

    Los medios occidentales no están plegados a la OTAN, sino a su propia ideología (en un amplio margen que va de la derecha dura a la izquierda más o menos progresista), a su imagen del mundo, a sus propios valores profesionales (los de editores y periodistas, a los que la OTAN no paga) y sus propios intereses económicos, como empresas comerciales. Es, perdóname, absurdo pensar que la OTAN ha comprado, por ejemplo, a la BBC, o que le paga dinero a Rupert Murdoch (CEO de News Corporation, que opera Sky News) para que difundan mentiras. ¿Objetivos? Claro que no, ningún medio lo es (y los de Cuba, Venezuela y Rusia, menos que ninguno: al menos en Cuba, la línea editorial de todos los medios está controlada centralmente por el Partido Comunista, esos medios no intentan siquiera pretender que son objetivos) pero esos medios tienen un margen de crítica y debate que permite opiniones completamente opuestas sobre temas como Libia (lo tuvieron antes sobre Iraq). La idea de que los medios occidentales están "comprados", actúan coordinadamente como parte de una conspiración, y reciben instrucciones directas de la OTAN, la CIA y la Casa Blanca, es, me temo, errónea: la verdad es mucho más compleja, esa idea de la conspiración es extraordinariamente simplista (aunque es muy conveniente como arma de contrapropaganda).

    Por lo demás, me llama la atención que Al Jazeera, que tan elogiada por su amplia (y muy crítica, y muy valiente) cobertura de las guerras de Afganistán e Iraq (y ello le costó la vida a varios de sus reporteros), es ahora, de repente, un peón de la OTAN. Saludos.

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