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30 de abril de 2011

Bádminton

Deberíamos apreciar más las cosas simples, como el bádminton. ¿El bádminton? ¿No ibas a escribir hoy sobre la boda del príncipe William y Kate Middleton? ¿A quién diablos le importa el bádminton? Cuéntanos algo de la boda. ¿Viste a los novios, a Harry, a la Reina? ¿Viste a Elton John y su marido? ¿No te gustó el vestido de Samantha Cameron? ¡Y esos estiletos de espanto de Victoria Beckham! Eran Christian Louboutin, según he confirmado. Beautiful, just beautiful. Paciencia, hombre, ya hablaremos de la boda, de los vestidos, de los sombreros y de otras alegres zarandajas.  Pero primero, algo más profundo. Como decía, el bádminton…

 
Y dale con el bádminton. ¿Desde cuándo te interesa tanto el bádminton?  No se trata de que me interese tanto el bádminton en particular, sino de que podemos tomarlo como un ejemplo de las cosas sencillas que quizás deberíamos valorar mejor. ¿El bádminton? Te estás burlando de mí. ¿Bádminton? Míralo desde esta perspectiva, el bádminton es un juego aparecido hace más de doscientos cincuenta años que, sin embargo, lastimosamente, no recibe del público la atención que merece. Desde que fue creado a mediados del siglo XVIII por militares ingleses estacionados en la India… No seas pesado, no me vayas a hacer ahora la historia del bádminton. Me importa un pepino si el bádminton fue creado por los ingleses de la India, por los gitanos de Transilvania o por el gran Fu Man Chu.  Pero ya que estás hablando de militares, ¿no estaba muy apuesto William esta mañana en su uniforme rojo de los Guardias Irlandeses? No nos dejemos distraer por esas fruslerías. Seamos serios, por favor.  Ya habrá tiempo para la boda, ahora presta atención a lo que digo. Vamos, de verdad, ¿quieres hablar de bádminton? ¿Precisamente hoy, después de un día tan emocionante?  Pero, ¿qué mosca te ha picado?  ¿Qué tienes que decir del bádminton que es tan urgente? Pues muchas cosas. ¿Sabías que el bádminton debe su nombre a Badminton House, una mansión de Gloucestershire, la casa de los Duques de Beaufort? Allí se jugaba bádminton frecuentemente, alrededor de 1873. Ni lo sabía, ni me interesa en lo más mínimo. ¿Están esos duques relacionados con la familia real?  No lo sé exactamente, pero los Beaufort son descendientes de la casa de Plantagenet, que reinó en Inglaterra desde Enrique II hasta Ricardo III. ¿Los invitaron a la boda?  No creo que los hayan invitado, los Windsor probablemente no se sienten a gusto en presencia de descendientes de otras dinastías.  Además, el actual Duque de Beaufort es un hombre bastante viejo, y su hijo es algo excéntrico. ¿Qué quieres decir con “excéntrico”? El heredero del ducado de Beaufort, y marqués de Worcester, Henry John FitzRoy Somerset, a quien todos conocen como Bunter Worcester, es el cantante y compositor principal de una banda de rock llamada The Listening Device. Digamos que el rock es una ocupación ciertamente impropia de un aristócrata descendiente de Ricardo Corazón de León, liberador de Tierra Santa. ¡Pero invitaron a Elton John a la boda!  Elton John, for God’s sake!  Sí, pero recuerda que Elton cantó “Candle in the Wind” en el funeral de Lady Di, hace 14 años. No me recuerdes eso, todavía no he perdonado a Elton por ese estropicio. Desvestir un santo para vestir otro. De cualquier manera, bien podrían haber invitado a Bunter Worcester, como reconocimiento a su familia por haber inventado el bádminton.  Eso es mejor que haber inventado “Candle in the Wind”.  Es que Bunter, ¿sabes?, puede comportarse majaderamente.  Hace unos años compuso una cancioncilla burlándose de Tony Blair y de su obsesión por conseguir un sitio prominente en la historia.  La canción decía, en voz  de Blair: “Oh, Cherie, me está volviendo loco/ pensar en mi legado/ Oh, Cherie, me pone triste/ pensar en mi legado/  Sabes lo que significa para mí/  significa tanto para mí”. Me gusta Bunter. Bunter my man. ¿Te imaginas qué bueno hubiera sido que Bunter se topara con Blair en la boda?  Querido, una buena parte de los que asistieron a la boda detestan a Tony y Cherie Blair y quisieran verlos a los dos en el banquillo de los criminales en La Haya. ¡Oh, no por Iraq!  No, nada que ver con Iraq o Saddam Hussein o las armas de destrucción masiva o Abu Ghraib o cualquiera de esas naderías. A Blair, simplemente, no le pueden perdonar que haya prohibido la caza de zorros con perros. ¿Te acuerdas cuando la nuera de la Reina, la esposa del príncipe Edward, Sophie Rhys-Jones, dijo que la caza de zorros era simplemente “control de alimañas”?  Fue cuando la entrevistó Mazher Mamood, del News of the World, disfrazado de jeque árabe, y la tonta Condesa de Wessex, sin saber que estaba hablando con un periodista, se despachó contando sus propios hábitos de caza y desbarrando de Blair y de su mujer.  “Cazamos faisanes, urogallos, perdices… Es por eso que tenemos problemas con nuestro Primer Ministro porque él no entiende el campo”, dijo la Condesa. “Es un ignorante de los asuntos del campo.  Su mujer es todavía peor.  Ella odia el campo.  Lo odia”. Leíste en los periódicos, por supuesto, que a Blair no lo invitaron a la boda. Tampoco a Gordon Brown.  La excusa fue que ninguno de los dos es todavía miembro de la nobilísima Orden de la Jarretera.  Dicen que la verdadera causa es que William detesta a Blair. ¡Pero Blair fue el que bautizó a Lady Di como la Princesa del Pueblo el día que murió! ¡Sin dudas eso vale tanto como haber cantado “Candle in the Bloody Wind”!  Y Brown salvó el capitalismo inglés de la crisis del 2008. No solo deberían haberlo invitado a la boda, deberían erigirle una estatua en los jardines de Buckingham Palace.  Por lo que parece, Brown no quiere una estatua, sino el puesto de director del Fondo Monetario Internacional. Pero David Cameron está decidido a impedirlo, ha dicho que Brown no es el candidato más apropiado para el puesto. Cameron, si te interesa saberlo, todavía no es miembro de la Orden de la Jarretera, pero sí fue invitado a la boda, por supuesto. Explícame, ¿qué es la tal Orden de la Jarretera?  La Orden de la Jarretera es la orden de caballería más antigua de Inglaterra. Fue fundada por Eduardo III, otro rey de la casa de los Plantagenet, en 1348.  ¿Pertenece Bunter Worcester a ella?  Me temo que no, y francamente, hay pocas probabilidades de que Bunter alguna vez llegue a ser miembro, aunque la orden haya sido fundada por uno de sus más ilustres antecesores. Solo los más encumbrados aristócratas, miembros de la familia real, monarcas extranjeros o individuos que hayan cumplido excepcionales servicios al reino son invitados a unirse a la Orden de la Jarretera. ¿Haber inventado el bádminton no califica como servicio excepcional? Ya que mencionas el bádminton… ¿Otra vez con el bádminton?   Pensé que se te había olvidado, maldita la hora en que lo mencioné.

Debes pensar que me falta un tornillo, pero en realidad pienso que el bádminton es ejemplo de la bondad y fortaleza de las cosas sencillas, un principio que nuestra época ha olvidado. Sí, pienso que estás tostado, deberías irte de gira con Bunter Worcester y The Listening Device. En cualquier caso, preferiría irme de gira con Bunter que de cacería con su padre. ¿Caza zorros el viejo Duque de Beaufort?  Probablemente ya no lo hace tanto, tiene 83 años, pero solía hacerlo, golosamente. El coto de caza de los Beaufort es de los más grandes y antiguos de Inglaterra, y se ufana de reunir hasta doscientos jinetes algunos sábados.  El Duque dice que respeta la ley contra la caza de zorros con perros, pero ha indicado claramente que la considera solo “temporal”, y que sigue en campaña para revocarla. Te doy la razón, los Beaufort deberían dedicarse mejor a jugar bádminton.  La caza con perros me parece horrible, casi peor que “Candle in the Wind”. El 76 % de los británicos está de acuerdo contigo, solo uno de cada seis cree que la ley debería ser cambiada y las cacerías con perros autorizadas de nuevo. No parece que la ley vaya a ser cambiada muy pronto, aunque David Cameron prometió que iba a cancelar la prohibición. Durante la campaña electoral, el año pasado, Cameron se describió a sí mismo como un country boy, criado en el campo, al que su padre enseñó a cazar conejos con escopeta. Pero la mayoría del Parlamento está en contra de cambiar la ley, hay incluso diputados tories a favor de la prohibición. El viejo Beaufort podría morirse sin volver jamás a cazar un zorro en el viejo estilo nobiliario. No me da lástima el viejo Beaufort ni ninguno de su casta.  Vamos, no seas tan duro. ¿No eras tú el que estaba encantado con la boda de William y Kate?  Ah, pero eso es otra cosa, una boda no tiene nada que ver con la política ni con la lucha de clases. Dime, ¿quién no se conmovería al ver a Kate Middleton, una plebeya, una hija de comunes, una princesa middle-class, subiendo al altar de la Abadía de Westminster, en un glorioso vestido de Alexander McQueen, para desposar al futuro rey de Inglaterra? Apuesto que hasta tú soltaste una lágrima al ver a la linda princesa Kate, la nueva Duquesa de Cambridge, que será algún día reina, besando a su apuesto esposo en el balcón del palacio de Buckingham y saludando a sus súbditos. ¿No se te arrebujó el corazón cuando el coro de Westminster cantó “Jerusalén”?:

¡Traigan mi arco de oro ardiente!
¡Traigan mis flechas de deseo!
¡Traigan mi lanza! Oh, nubes, ¡ábranse!
¡Traigan mi carroza de fuego!
No cesaré mi lucha
Ni mi espada dormirá en mi mano
Hasta que construyamos Jerusalén
En la tierra verde y apacible de Inglaterra.
La verdad, no se me escapó ninguna lágrima, no sabía si sentirme complacido por los novios, porque la ceremonia y el desfile habían transcurrido sin incidentes, incluso sin que cayera una sola gota del diluvio que estaba anunciado, o compadecerlos por esa misma razón, porque la boda estuvo tan perfectamente planeada, y fue ejecutada con tan resoluta disciplina, que no hubo oportunidad de que apareciera un solo gesto espontáneo, un movimiento o una palabra fuera de guión que probara que los personajes en aquella fantástica escena medieval eran reales y no ficticios o ya históricos. Tienes el corazón de piedra. No soy el único no conmovido por la boda real. Un grupo llamado República quería hacer una fiesta antimonárquica callejera en Camden Town pero no los dejaron, el ayuntamiento dijo que no habían entregado el plan de administración que les habían pedido. ¿En Inglaterra uno tiene que entregar un plan de administración si quiere hacer una fiesta callejera?  Si la fiesta es republicana, parece que sí, al menos en Camden Town, porque hubo a lo largo del país miles de fiestas celebrando el matrimonio de William y Kate que no tuvieron que entregar plan alguno.  Pobres republicanos, es duro ser la inmensa minoría. Sí, solo el 13 % de los británicos, de acuerdo con una encuesta reciente, cree que la monarquía debería ser abolida tras la muerte de Isabel II. ¿Podemos volver al bádminton ahora?  Vaya, por Dios, que me tienes loco con el bádminton. Acaba de decir lo que quieres decir del bádminton. Ya se me olvidó, tenía algo que ver con la sencillez, la feliz simplicidad que le falta cada vez más a nuestro mundo y a nosotros mismos, de lo cual la boda de hoy, con su pompa y oropel, y su desbordada vanidad, es un oportuno ejemplo. ¿Eso es todo?  ¿Y qué tiene el bádminton de sencillo? Bueno, para empezar, es más sencillo que el tenis, que el voleibol o que el ping pong, o cualquier otro juego con red. Espero, si tanto te gusta el bádminton, que hayas solicitado entradas para ver los partidos de ese deporte en la Olimpiada del año que viene.  Te sorprenderá saber que la demanda de tickets para el badminton en Londres 2012 ha sido muy vigorosa, será difícil entrar a los partidos más importantes. Quién lo diría.  Bloody bádminton. ¿Qué deportes quieres ver tú?  Natación. Casi todo cubierto, lo siento. Vaya. ¿Gimnástica?  La gimnasia rítmica ya está completamente vendida, pero parece que queda capacidad en la artística. Deben ser los tickets más caros los que quedan disponibles, los más baratos deben haberse acabado. Un ticket para la final del all-around masculino de la gimnástica artística puede costar hasta 450 libras. El ticket más barato para el partido final del baloncesto cuesta 95 libras. Podrías ir a ver el bádminton, que tiene precios relativamente más modestos, entre 45 y 150 libras por los partidos finales de los torneos individuales, masculino y femenino. Pero ya he visto que el bádminton no te gusta. Voy a tener que recurrir a tu amigo el Duque de Beaufort para poder ir a la Olimpiada. ¿Es rico el Duque?  No mucho, tiene poco más de cien millones, ese es aproximadamente el valor de sus tierras. No está siquiera entre las primeras quinientas fortunas de Inglaterra. Además, no creo que el Duque te preste un penique.  Hace dos años se descubrió que le había cobrado 281 mil libras al humildísimo ayuntamiento de Swansea por la construcción de un puente sobre el río Tawe que unió un centro comercial y el estadio del equipo de fútbol local.  Al parecer, los duques de Beaufort son dueños legales del lecho del río y tienen derechos absolutos de pesca en él, un obsequio de Carlos II, más de cuatrocientos años atrás.  Deberías recurrir mejor a Lakshmi Mittal, el magnate del acero, que posee 22.4 billones de libras, o a Roman Abramovich, el oligarca ruso, que con 7.4 billones ocupó el año pasado un distante segundo lugar en la lista del Sunday Times de los hombres más ricos del Reino Unido.  Abramovich no, no me trago al Chelsea, ni siquiera ahora que tienen al Niño Torres.  No soporto a John Terry, prefiero ver a once Wayne Rooneys que a un solo Terry, y eso es mucho decir. Pídele dinero entonces a Rinat Akhmetov, el hombre más rico de Ucrania, que ha comprado un apartamento en el nuevo edificio de One Hyde Park por 136 millones de libras. Es el apartamento más caro del mundo, dicen los periódicos. Todo esto me deprime terriblemente.  ¿Podemos volver a la boda, por un minuto?  ¿Todavía queda algo por decir de la boda?  ¿Qué se te quedó por comentar?  ¿El sombrero de la princesa Beatrice, una de las nietas de la Reina, que parecía sacado de la colección de Lady Gaga?  ¿El caballo que se asustó con la multitud, derribó a su jinete y galopó libre por Whitehall?  ¿Los lunáticos como Claire Aston, una dama de 67 años, del barrio londinense de Ealing, que pasó dos noches durmiendo en el pavimento frente a la Abadía de Westminster, para asegurarse un posición favorable durante el desfile?   ¿No hubo nada, absolutamente nada que te gustara en la boda?   No me irás a decir que los dos billones de espectadores que siguieron la boda por televisión, en todo el mundo, son unos idiotas.  Amigo mío, no hay nada tan simple en el mundo, ni siquiera  el bádminton…  ¡Es una boda, solo una boda, el matrimonio de un hombre y una mujer lindísimos, que parecen estar realmente enamorados!  ¿No puedes sentirte un poco feliz por William y Kate?  Pues claro que me siento feliz por ellos, hombre, aunque no me hayan invitado a las fiestas. Cuando seas miembro de la Orden de la Jarretera te invitarán.  Yo nunca voy a ser miembro de Orden alguna, ni siquiera de la Orden de la Caña de Azúcar, ni la de la Palma Real, si algún día nos da por tener esas cosas. Tú lo que tienes es envidia. A lo mejor. Resentimiento proletario. Probablemente. Working-class hatred for the rich. Si tú lo dices. Vete a jugar bádminton y déjame a mí hablar de la boda con alguien que de verdad la haya disfrutado. ¿Quieres saber una cosa?  Nunca he jugado bádminton en mi vida.   

2 comentarios:

  1. Quien lo diría que a mi, siendo de donde reina una "aristocracia guerrillera", me resulte tan absurdo y me jodan tanto la monarquía y su frivolidad... Y sin embargo, fui uno de los dos billones que vimos la boda por CNN, pensando en los muertos ilustres de Westminster, deseando intimamente que Willy le tocara una nalga a Kate... J.O. te debo otra...

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  2. ¿Viste el prodigioso desfile del 1 de mayo? No, estaba trabajando en mi jardín. La menta y la canavalia se ahogaban bajo tanta "mala madre". ¡Un horror como se expande esa bloody hierba!

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