A Yoani Sánchez
le han dicho de todo. En la prensa oficial cubana la han llamado
desde vendepatria hasta prostituta.
Le dicen, más que ninguna otra cosa,
mercenaria, un insulto que ha sido tan cansinamente usado, tan rutinariamente
conferido, con tan suelta y plural colocación, que ya no causa mucha ni muy
grave ofensa, es inevitable ser llamado mercenario por La Jiribilla o Cubadebate
si uno se queja en voz demasiado alta, y más si le dan por ello un premio en el
extranjero. No está claro qué les molesta
más de Yoani, que se queje, y que su queja sea escuchada con tanta simpatía
dondequiera que se la oye, o que le den tantos premios, pero la verdad es que nunca
antes la prensa cubana había tratado tan brutalmente, con tan bárbaro
irrespeto, a alguien que no pertenece a ningún partido político, no ha violado,
hasta donde se ve, ninguna ley de su país, no ha sido encontrado culpable por
tribunal alguno de cometer un solo delito, y no tiene además oportunidad de
defender su reputación en las mismas páginas donde se le ataca con tanta saña. Si fuera verdad lo que dicen algunos
periodistas de La Habana, Yoani sería una diabólica criatura engendrada por la CIA en
un laboratorio secreto con el fin de dejar a la isla sin comunistas y sin
palmas.
En el extranjero,
Yoani ha causado la misma superlativa impresión, en el sentido opuesto. Durante su largo viaje por el mundo, hace
unos meses, la autora de Generación Y
fue recibida en todas las capitales a las que llegó como si fuera la Aung San Suu Kyi de Cuba. En Washington, el senador Marco Rubio dijo,
después de verla, que
Yoani era una mujer “extraordinaria”, y alertó de la posibilidad de que a
su regreso a Cuba, los “rufianes y asesinos” de Raúl Castro tomaran represalias
contra ella. En
Miami le dieron las llaves de la ciudad, que nunca antes habían sido
entregadas a un cubano que todavía viviera en la isla. Esperanza Aguirre, ex presidenta de la
Comunidad de Madrid, dijo que había sido “un
inmenso honor y un privilegio” conocer a la bloguera cubana durante su
visita a la capital de España, y escribir el prólogo de su libro “Un blog para
hablar al mundo”. El expresidente español
José María Aznar recibió
a Yoani en la sede de su fundación, la oscurantista FAES, y le dijo que él
apoyaba “sin fisuras” el esfuerzo de los disidentes cubanos “por lograr una
Cuba democrática, abierta, tolerante y plural”. En Suecia, a donde fue como delegada al Fórum
de Internet de Estocolmo, Yoani
conversó con el ex primer ministro y actual ministro de Exteriores, Carl Bildt. En el Congreso de Brasil, se
encontró con el senador Aecio Neves, que podría ser el rival de la
presidenta Dilma Rouseff en las elecciones del próximo año. Es muy llamativo el hecho de que políticos
tan notables, muchos de ellos de la derecha más derecha y más zafia, reservaran
tiempo para conocer a Yoani, que recorrió el mundo representando a nadie más
que a sí misma, puesto que ningún grupo de la frágil y dispersa oposición
cubana le dio autoridad para hablar en su nombre, y ella misma ha insistido en
no ser miembro ni líder de ninguno. El
único título de poder que Yoani llevó en su viaje fue el otorgado contundentemente
por los lectores de su blog, que son más, muchos más, decenas de miles más, que
los de cualquier otro blog escrito por un cubano. Esos lectores, que adoran a Yoani, y discuten
vivamente durante días cada uno de sus artículos, son en realidad los que sacan
de quicio a los comisarios políticos de La Habana, porque son tantos, que de
ellos no podría alegarse, aunque estén mayoritariamente en el extranjero, que
son también agentes de la CIA, antiguos torturadores batistianos o miembros de
truculentas sectas terroristas. Si
Yoani tuviera diez o quince gentiles lectores, como yo, Cubadebate jamás habría publicado su nombre, y El blog de Yohandry no habría visto razón para regañarla, no se
habrían siquiera dado cuenta de su existencia.
Yoani Sánchez pasa el control de pasaportes en el aeropuerto internacional de La Habana, en febrero de este año, antes de partir a su gira mundial. |
Neciamente,
en lugar de dejar que Yoani dijera lo que quisiera donde quisieran escucharla,
y hacerse ellos los desentendidos, los comisarios de La Habana ordenaron que
las conferencias y presentaciones de la bloguera durante su viaje por el mundo
fueran saboteadas por grupos de vocingleros simpatizantes del gobierno de la
isla. A veces uno se pregunta, y no sabe
qué responder, si queda alguien en el gobierno de Cuba con dos dedos de frente,
que comprenda que golpear y acorralar mujeres indefensas a la salida de una
iglesia, esconder aviones debajo de sacos de azúcar en un barco de Kim Jong-un,
e interrumpir a gritos una conferencia sobre la “Libertad de expresión en las
redes sociales” en el Senado de México, son, todas, muy malas ideas. A Yoani, en México y en Brasil, le arrojaron falsos dólares
norteamericanos que en vez de tener los rostros de Ulysses Grant o Benjamin
Franklin tenían el de la bloguera cubana, un gesto telenovelescamente insulso
que a alguien, vaya usted a saber qué lumbrera, le pareció justiciero y
elocuente, y no una imbécil grosería. Yoani,
hay que darle suficiente crédito por ello, respondió a esos alborotadores con
impenetrable serenidad. Su mesura, su imperturbable renuencia a responder a cada
insulto con otro, regularmente contrasta con la despiadada exageración de sus
méritos, o por el contrario, de sus errores y crímenes, que sus seguidores y
sus enemigos parecen no poder evitar, o querer hacerlo. Por eso, porque Yoani parece ser más lista
que los que la detestan y los que la idolatran, sorprende que haya consentido
que una empresa llamada Open View Productions realice una película sobre su
vida. La idea se le ocurrió a una actriz
puertorriqueña llamada Kesia Elwin, que dice que la historia “valiente y
romántica, aterradora y triunfante” de Yoani Sánchez debe ser contada para
beneficio no solo de los cubanos, sino de “los ciudadanos del mundo”. En la
página web de “Yoani- The Film”, Elwin dice, usando generosamente
mayúsculas, itálicas y negritas, que en Generación
Y, el lector puede sentir “el alma del pueblo cubano”, y que la película
será bastante más que eso, será un “movimiento” con un “mensaje
universal”: “No importa donde nacimos,
como ciudadanos del mundo todos tenemos derechos básicos”. A través de Kickstarter, Elwin obtuvo
donaciones por un valor total de más de cien mil dólares, que usará, dice, para
contratar a un guionista de ringorrango, y pagar sus propios viajes a Cuba,
donde, al parecer, se filmarán algunas escenas. En principio, no habría nada que reprochar a
Elwin, ni a esos entusiastas admiradores de Yoani que han pagado para que esa
película se haga. Es, categóricamente,
su dinero y su tiempo, y ellos lo pueden usar de la forma que más les
plazca. Es curioso, sin embargo, que
Yoani no haya declinado colaborar con un proyecto que será denunciado por sus
enemigos, no injustamente, como mera propaganda, un gesto de irreprimible
vanidad personal, una hiperbólica y muy prematura hagiografía hecha por amateurs.
Simpatizantes del gobierno cubano protestan contra la visita de Yoani Sánchez a Brasil. |
Una
película biográfica sobre Yoani sería tan inoportuna ahora como una que hubieran
hecho los exiliados sudafricanos sobre Nelson Mandela antes de que el gran
hombre hubiera pasado un solo día prisionero en Robben Island. O una sobre Aung San Suu Kyi hecha por los
exiliados birmanos antes de que la junta militar de aquel país encerrara a la
heroína en su propia casa. Yoani,
digámoslo algo rudamente, no es Aung San Suu Kyi. La película sobre su vida es otra desbordada
exageración, y una que muestra que algunos cubanos, después de todo lo que hemos
pasado, no han perdido el mal hábito de creer que un mesías aparecerá para
rescatarnos de este hueco sin fondo, tienen todavía el vicio de agrandar o
reducir, hasta el más remoto extremo, la calidad o la pobreza de los personajes
de nuestra vida pública, como si no pudiéramos ver claramente la deprimente
medianía de casi todos ellos. Quizás
Yoani, en el neblinoso futuro de Cuba, sea muy influyente, tenga un papel más dominante
que el que uno se imaginaría ahora, pero el futuro, por mucho que uno se
esfuerce, nunca se deja ver bien desde el presente. Lo que
se ve ahora es que Generación Y, que
ha realizado durante años, con feroz tenacidad, una rigurosa anotación de los
males de Cuba, y no ha encontrado mucho de bueno en ella, ha servido al final
más para establecer la abultada reputación internacional de su autora, que para
cambiar el país, que no podría, obviamente, ser cambiado con un simple blog, por
muchos y muy entusiastas lectores que tenga, y quizás, ya ni siquiera con
magia. Un blog, el de Yoani o este mismo,
es muy poca cosa, sirve para muy poco, incluso si se hace bien, y hace muy leve
daño, incluso si el autor es un perverso agente de la CIA. Tanto los admiradores como los enemigos
mortales de Yoani deberían calmarse, poner las cosas en perspectiva. Si la película de Yoani al final se hace,
bueno, ya iremos a verla. Pero si ella
no se pone firme, después van a querer hacerle una estatua.
jajajaja Amén.
ResponderEliminarYoani ya estuvo presa mi amigo. Lo esta en la mayor cárcel que se haya construido en el mundo , a saber, la isla de Cuba.
ResponderEliminarUn buen artículo al que quiero agregar un detalle: durante la agresiva campaña de recaudación de Elwin en Twitter no hubo, o al menos yo no vi, RT de Yoani apoyando el proyecto. Esto me hace pensar que las palabras colaborar y consentir pueden ser precipitadas. Igual me ha encantado este artículo que nos recuerda lo idolatras que podemos ser los cubanos. No más cultos, ni personalidades.
ResponderEliminarelnene
Yo creo q yoani no es todo eso q dicen ni d un lado ni d otro,es Muy habil su marido es un buen periodista y tiene una plata forma q la apoya,creo q es la misma tuya AA ,me parece alguien montado y ahora a tiene plata,le esta vendiendo el cajetin a la cosa,Vivir para ver
ResponderEliminarYo no sé si se haga la película, pero si sé que ya tiene una novela; si no dedicada a ella, sí figura como punto de quiebre o lo que llaman los guionista PLOT POINT en la trama del librito. Aquí les de el link para que se entretengan leyéndola http://es.scribd.com/doc/130644989/Consuelo-o-El-asesinato-de-Yoani-Sanchez
ResponderEliminarP. D.: A juzgar por su prosa, parecería que el autor de la novela es el autor de este blog jajajajaja
Una aclaración: Carl Bildt es ministro de relaciones exteriores y no primer ministro de Suecia. Él ha sido primer ministro pero eso fue entre 1991 y 1993.
ResponderEliminarLapsus memoriae. En efecto, Bildt fue primer ministro, y ya, hace mucho tiempo, no lo es. Gracias a el fume: ya está arreglado.
ResponderEliminarTodos a La Plaza con Yoani y el que no salte es Anti-Generacion Y
ResponderEliminarEsta no es "La Pelicula de Yoani" sino "Le Pelicula de Elwin."
ResponderEliminarjajajajajjajajaja, excelente artículo, estoy de acuerdo al 100 por ciento en que los cubanos padecemos del mal de crear dioses, sean cuales fueren las inclinaciones políticas... muy buenos los comentarios y algunos muy risibles... Gracias, JO.
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